viernes, noviembre 13, 2009
AL SUR DE PACHACAMAC:
UNA INTRODUCCIÓN A LA ARQUEOLOGÍA DE LA COSTA CENTRO SUR PERUANA(*)
Henry Tantaleán
Cuando Hernando Pizarro y sus huestes pisaron por primera vez el sitio de Pachacamac a finales del mes de Enero de 1533 se le acercaron un grupo de “señores principales” de los valles que tenían relación con el oráculo de Pachacamac y al cual ellos estaban sujetos. En primera instancia, ellos les ofrecieron sus servicios a los castellanos y le dieron algunos “presentes” o regalos. Como relata Miguel de Estete (en Coello 1993: 18):
“A este pueblo [Pachacamac] vinieron los señores comarcanos á ver al capitán con presentes de lo que había en su tierra y con oro y plata, maravillarónse mucho de haberse atrevido el capitán á entrar adonde el ídolo estaba y haberle quebrantado.
El señor de Malaque, llamado Lincoto, vino á dar la obediciencia á su majestad, y trujo presente de oro y plata, el señor de Hoar, llamado Alincay, hizo lo mesmo, el señor de Gualco, llamado Guarili, asimismo trujo oro y plata.”
Esta, además de ser una de las primeras noticias que se tienen de Pachacamac es, sobre todo, importante porque allí se mencionan a los señores o curacas que gobernaban los valles al sur de aquel sitio. En efecto, según esta información, dichos señores representaban a un conjunto de pueblos que tenían como lugar común de encuentro al famoso oráculo del valle de Lurín.
En esa primera visita, Hernando Pizarro y sus compañeros pudieron apreciar en todo su esplendor las prácticas sociales que se realizaban en dicho sitio y en especial, los lugares sociales y edificios que tenían mayor jerarquía adentro del mismo. Asimismo, pudieron observar como en este sitio se concentraban una serie de grupos sociales venidos desde diferentes partes de los Andes y pudieron ver, además de esas gentes, las cosas que ellos transportaban consigo para ofrendar a los dioses pero también para intercambiar con sus semejantes. Así, pudieron observar también los objetos que eran retornados a los lugares de origen de esas gentes, muchos de los cuales, sobre todo los que poseían un valor económico desde la perspectiva europea, comenzaron a ser retenidos en las nuevas manos occidentales a partir de ese momento.
Si bien la arqueología ha tratado de darle un mayor contenido a estas primeras anotaciones acerca de Pachacamac y sus gentes, todavía estamos lejos de comprender arqueológicamente las dinámicas sociales que allí se dieron y la profundidad temporal y el espectro espacial a las cuales estas pertenecían. De hecho, la explicación casi siempre se ha hecho desde el mismo sitio de Pachacamac permaneciendo mínimamente conocidas las regiones desde las cuales se habrían desplazado dichos grupos sociales y sus objetos.
Este libro reúne un conjunto de investigaciones arqueológicas que comparten el espacio geográfico al sur de Pachacamac o Lurín: áreas que se hallan ubicadas en torno a las quebradas de Pucara, Lúcumo, Pacta o Malanche, Cruz de Hueso, Losicascos, Chilca y los valles de Mala y Asia u Omas (Figura 1). Dicha área a pesar que se haya cercana al famoso sitio arqueológico (y a la capital del Estado peruano) ha permanecido en una relativa oscuridad, siendo la etnohistoria la más utilizada para darle luz a las explicaciones de las sociedades que allí se asentaron.
UNA INTRODUCCIÓN A LA ARQUEOLOGÍA DE LA COSTA CENTRO SUR PERUANA(*)
Henry Tantaleán
Cuando Hernando Pizarro y sus huestes pisaron por primera vez el sitio de Pachacamac a finales del mes de Enero de 1533 se le acercaron un grupo de “señores principales” de los valles que tenían relación con el oráculo de Pachacamac y al cual ellos estaban sujetos. En primera instancia, ellos les ofrecieron sus servicios a los castellanos y le dieron algunos “presentes” o regalos. Como relata Miguel de Estete (en Coello 1993: 18):
“A este pueblo [Pachacamac] vinieron los señores comarcanos á ver al capitán con presentes de lo que había en su tierra y con oro y plata, maravillarónse mucho de haberse atrevido el capitán á entrar adonde el ídolo estaba y haberle quebrantado.
El señor de Malaque, llamado Lincoto, vino á dar la obediciencia á su majestad, y trujo presente de oro y plata, el señor de Hoar, llamado Alincay, hizo lo mesmo, el señor de Gualco, llamado Guarili, asimismo trujo oro y plata.”
Esta, además de ser una de las primeras noticias que se tienen de Pachacamac es, sobre todo, importante porque allí se mencionan a los señores o curacas que gobernaban los valles al sur de aquel sitio. En efecto, según esta información, dichos señores representaban a un conjunto de pueblos que tenían como lugar común de encuentro al famoso oráculo del valle de Lurín.
En esa primera visita, Hernando Pizarro y sus compañeros pudieron apreciar en todo su esplendor las prácticas sociales que se realizaban en dicho sitio y en especial, los lugares sociales y edificios que tenían mayor jerarquía adentro del mismo. Asimismo, pudieron observar como en este sitio se concentraban una serie de grupos sociales venidos desde diferentes partes de los Andes y pudieron ver, además de esas gentes, las cosas que ellos transportaban consigo para ofrendar a los dioses pero también para intercambiar con sus semejantes. Así, pudieron observar también los objetos que eran retornados a los lugares de origen de esas gentes, muchos de los cuales, sobre todo los que poseían un valor económico desde la perspectiva europea, comenzaron a ser retenidos en las nuevas manos occidentales a partir de ese momento.
Si bien la arqueología ha tratado de darle un mayor contenido a estas primeras anotaciones acerca de Pachacamac y sus gentes, todavía estamos lejos de comprender arqueológicamente las dinámicas sociales que allí se dieron y la profundidad temporal y el espectro espacial a las cuales estas pertenecían. De hecho, la explicación casi siempre se ha hecho desde el mismo sitio de Pachacamac permaneciendo mínimamente conocidas las regiones desde las cuales se habrían desplazado dichos grupos sociales y sus objetos.
Este libro reúne un conjunto de investigaciones arqueológicas que comparten el espacio geográfico al sur de Pachacamac o Lurín: áreas que se hallan ubicadas en torno a las quebradas de Pucara, Lúcumo, Pacta o Malanche, Cruz de Hueso, Losicascos, Chilca y los valles de Mala y Asia u Omas (Figura 1). Dicha área a pesar que se haya cercana al famoso sitio arqueológico (y a la capital del Estado peruano) ha permanecido en una relativa oscuridad, siendo la etnohistoria la más utilizada para darle luz a las explicaciones de las sociedades que allí se asentaron.
(*) Introducción al libro "Arqueologia de la Costa Centro Sur Peruana". Avqi Ediciones. Lima.
miércoles, noviembre 28, 2007
LOS PUEBLOS SIN PREHISTORIA: ARQUEOLOGÍA EN UN “ÁREA MARGINAL” DE LA COSTA CENTRO SUR PERUANA*
Henry Tantaleán
Departamento de Prehistoria.
Universidad Autónoma de Barcelona.
"Sobre esas aguas fangosas puedes ver lo que ha de venir,
si es que no te lo ocultan los vapores del pantano”
Los poetas bordean la laguna Estigia.
La Divina Comedia de Dante Alighieri
INTRODUCCIÓN
En 1982 Eric Wolf escribió un influyente libro que confrontaba la perspectiva de la historia oficial europea con una en la que otras sociedades menos “importantes” habían sido marginadas o simplemente ignoradas. Ese texto sirve como una muestra que en esa imagen oficial de las historias, los arqueólogos hemos también dejado de lado esas áreas que sin conocerlas aparecen a nuestros ojos como “vacios” o carentes de desarrollos originales, los mismos que sin monumentalidad no merecen la pena estudiar.
Por ello, en esta ponencia se trata de poner de relieve la inexistencia de estudios y representaciones arqueológicas que complementen la investigación realizada en espacios considerados como “irradiadores de cultura” o “nucleares” en desmedro de las denominadas “áreas marginales” o de “vacío social”, supuestos que se hallan de forma implícita en muchas de las explicaciones de los fenómenos sociales en la arqueologia andina, una cuestión que estaría inspirada en las explicaciones de la “teoría de la dependencia” o del “sistema-mundo” de Wallerstein (Core-Periphery) desde la década de los 60 del siglo pasado (ver, por ejemplo, Jennings 2006 o Nocete 2001).
Con relación al tema que aquí nos reúne, esto también se daría en la costa central peruana, sobre todo, cuando las explicaciones socioeconómicas y sociopolíticas (que incluyen a esas explicaciones denominadas “religiosas”) se proponen como de alcance regional (¿estatal?, ¿imperial?, ¿religiosa?, “cosmovisión andina”?). Por ejemplo, podríamos citar una explicación como la tradición de Templos en U durante el Formativo que explicaría la existencia de una sociedad que construyó un edificio de esas características en el valle de Mala esbozada por Carlos Williams en la década de los 70 del siglo pasado pero que 30 años después sigue vigente en textos tan influyentes como el libro blanco de Duccio Bonavia o en una última síntesis de la arqueologia de la costa central de Joaquín Narváez aparecida este año en la revista de arqueología Con-Textos.
En esta comunicación, por razones de tiempo, se incide en el análisis del caso del valle de Mala (Prov. de Cañete, Departamento de Lima) y sus áreas relacionadas socialmente y su vinculación, principalmente, con el sitio de Pachacamac en tanto nuestras investigaciones durante los Períodos Intermedio Tardío (1100-1470 a.C.) y la ocupación inca (1470-1532 d.C.) del área mencionada, reflejan que su arquitectura y artefactos han sido menospreciados por su escasa monumentalidad dando como resultado en un ocultamiento en la literatura arqueológica y que se expresa en términos de una materialidad social que solamente se puede explicar como un desarrollo dependiente de otras sociedades “más conocidas” (Ychma) o, por la cobertura del Estado Inca y/o Pachacamac-Inca.
Así pues, nuestra explicación de los fenómenos socieconómicos y sociopolíticos desde la misma materialidad social (y no desde enunciados, supuestos o categorías asumidas desde teorías ajenas a la realidad social objeto de estudio), apunta a toda una serie de prácticas sociales que se desarrollaron de forma autónoma y, que posibilitaron una vez ocupada esta zona por los incas, un desarrollo sostenido, no carente de contradicciones entre los actores involucrados, que perduró hasta la llegada de los invasores castellanos e incluso un tiempo más. Asimismo, otros temas que apuntan a una interrelación (más que a una dependencia) de este área con Pachacamac se halla evidenciada en mitos (ideología) como el de los “hijos, hermanos y esposas de Pachacamac”, lo que plantea desde nuestra investigación de la prehistoria local del valle de Mala y áreas anexas, que existiría una relación más material que ideológica y que formarían parte de una estrategia de explotación espacial de recursos naturales y de fuerza de trabajo, ambos de forma directa e indirecta, que se ha de tener en cuenta para comprender la racionalidad de las diversas formas de producir, distribuir y consumir prehispánicas en la costa central.
* Ponencia leída en el Simposio Internacional "Perspectivas Comparativas sobre la Arqueología de la Costa Sudamericana". 3 de Agosto de 2007
Departamento de Prehistoria.
Universidad Autónoma de Barcelona.
"Sobre esas aguas fangosas puedes ver lo que ha de venir,
si es que no te lo ocultan los vapores del pantano”
Los poetas bordean la laguna Estigia.
La Divina Comedia de Dante Alighieri
INTRODUCCIÓN
En 1982 Eric Wolf escribió un influyente libro que confrontaba la perspectiva de la historia oficial europea con una en la que otras sociedades menos “importantes” habían sido marginadas o simplemente ignoradas. Ese texto sirve como una muestra que en esa imagen oficial de las historias, los arqueólogos hemos también dejado de lado esas áreas que sin conocerlas aparecen a nuestros ojos como “vacios” o carentes de desarrollos originales, los mismos que sin monumentalidad no merecen la pena estudiar.
Por ello, en esta ponencia se trata de poner de relieve la inexistencia de estudios y representaciones arqueológicas que complementen la investigación realizada en espacios considerados como “irradiadores de cultura” o “nucleares” en desmedro de las denominadas “áreas marginales” o de “vacío social”, supuestos que se hallan de forma implícita en muchas de las explicaciones de los fenómenos sociales en la arqueologia andina, una cuestión que estaría inspirada en las explicaciones de la “teoría de la dependencia” o del “sistema-mundo” de Wallerstein (Core-Periphery) desde la década de los 60 del siglo pasado (ver, por ejemplo, Jennings 2006 o Nocete 2001).
Con relación al tema que aquí nos reúne, esto también se daría en la costa central peruana, sobre todo, cuando las explicaciones socioeconómicas y sociopolíticas (que incluyen a esas explicaciones denominadas “religiosas”) se proponen como de alcance regional (¿estatal?, ¿imperial?, ¿religiosa?, “cosmovisión andina”?). Por ejemplo, podríamos citar una explicación como la tradición de Templos en U durante el Formativo que explicaría la existencia de una sociedad que construyó un edificio de esas características en el valle de Mala esbozada por Carlos Williams en la década de los 70 del siglo pasado pero que 30 años después sigue vigente en textos tan influyentes como el libro blanco de Duccio Bonavia o en una última síntesis de la arqueologia de la costa central de Joaquín Narváez aparecida este año en la revista de arqueología Con-Textos.
En esta comunicación, por razones de tiempo, se incide en el análisis del caso del valle de Mala (Prov. de Cañete, Departamento de Lima) y sus áreas relacionadas socialmente y su vinculación, principalmente, con el sitio de Pachacamac en tanto nuestras investigaciones durante los Períodos Intermedio Tardío (1100-1470 a.C.) y la ocupación inca (1470-1532 d.C.) del área mencionada, reflejan que su arquitectura y artefactos han sido menospreciados por su escasa monumentalidad dando como resultado en un ocultamiento en la literatura arqueológica y que se expresa en términos de una materialidad social que solamente se puede explicar como un desarrollo dependiente de otras sociedades “más conocidas” (Ychma) o, por la cobertura del Estado Inca y/o Pachacamac-Inca.
Así pues, nuestra explicación de los fenómenos socieconómicos y sociopolíticos desde la misma materialidad social (y no desde enunciados, supuestos o categorías asumidas desde teorías ajenas a la realidad social objeto de estudio), apunta a toda una serie de prácticas sociales que se desarrollaron de forma autónoma y, que posibilitaron una vez ocupada esta zona por los incas, un desarrollo sostenido, no carente de contradicciones entre los actores involucrados, que perduró hasta la llegada de los invasores castellanos e incluso un tiempo más. Asimismo, otros temas que apuntan a una interrelación (más que a una dependencia) de este área con Pachacamac se halla evidenciada en mitos (ideología) como el de los “hijos, hermanos y esposas de Pachacamac”, lo que plantea desde nuestra investigación de la prehistoria local del valle de Mala y áreas anexas, que existiría una relación más material que ideológica y que formarían parte de una estrategia de explotación espacial de recursos naturales y de fuerza de trabajo, ambos de forma directa e indirecta, que se ha de tener en cuenta para comprender la racionalidad de las diversas formas de producir, distribuir y consumir prehispánicas en la costa central.
* Ponencia leída en el Simposio Internacional "Perspectivas Comparativas sobre la Arqueología de la Costa Sudamericana". 3 de Agosto de 2007
domingo, noviembre 12, 2006
LAS FRONTERAS ELUSIVAS: ACERCA DE LOS TERRITORIOS DE LAS SOCIEDADES TARDIAS PREHISPÁNICAS EN LA COSTA CENTRAL DEL PERÚ
Henry Tantaleán
(Resumen de ponencia presentada en el IV Seminario de Arqueología de la Universidad Nacional Federico Villarreal. Agosto de 2006*)
Este trabajo trata de relacionar una serie de investigaciones en torno a un tema que ha sido poco trabajado el cual es el tema de la propiedad y su concreción arqueológica en el territorio.
Se ha observado mediante este análisis que la mayoría de los investigadores tenemos una idea bastante contradictoria de la amplitud espacial de las sociedades con las que trabajamos, una cuestión que, sin embargo, no supone un problema para hablar de otras cuestiones que necesariamente la necesitan como soporte físico, sustentable. En ese sentido, nuestro modelo, quizá para algunos, tan arriesgado como los discutidos en este texto, sin embargo, plantea una visión dinámica de las relaciones sociales, económicas y políticas que se dan en las sociedades prehistóricas con su territorio y dentro de el.
Luego de hacer esta reflexión teórica vemos que se necesita redefinir una teoría social y su metodología para explicar los espacios geográficos sobre los que se asentaron y movieron los grupos sociales. Como algunos investigadores han planteado, los puntos en el espacio de nuestros mapas arqueológicos no reflejan la compleja realidad que se deriva de los movimientos de las sociedades en el espacio y menos aún, la supuesta re-producción de un “mapa cognitivo” que propone la arqueología postmoderna.
Por el contrario, es deseable y posible una representación histórica de las sociedades para un entendimiento del interior de las relaciones sociales que se dan como producto de una forma de asentarse para producir en el espacio. Creemos que una metodología como la que empezamos a desarrollar servirá, primero para reflexionar y esperamos, luego, para re-encausar nuestra forma de “hallar” a nuestros seres sociales en el espacio, con sus propias contradicciones y soluciones. Solamente, si avanzamos sobre los modelos anacrónicos; pero sin caer en el nihilismo postmoderno; podremos seguir desarrollando nuestra ciencia y otorgarle un método propio. En este sentido, la producción como idea no es una cosa nueva en la arqueología. Lo que sí nos parece novedoso es tratar de otorgarle su verdadero sentido histórico mediante la propia materialidad social y no desde la lógica (ideológica) actual y que, obviamente, está “coaccionada” por las relaciones costo/beneficio (economía liberal) y por los “atajos” antropológicos, etnográficos y etnohistóricos que pueden servir para comprender como se manifiestan material e ideológicamente algunas sociedades pero no para comprender el fundamento y las causas de dichas manifestaciones.
De esta manera para comprender estas situaciones, necesitamos reconocer los elementos clave en la producción de la vida social, en la que, por ejemplo, los puntos de nuestros mapas contemplen las áreas que verdaderamente se explotaron (cómo y por quienes) para luego entender como estas fueron apropiadas y, si se quiere, concebidas o “percibidas”, algo que tendremos que analizar y estudiar históricamente, no desde nuestros intereses y pasiones actuales, sino desde el estudio objetivo y coherente de la propia materialidad social que reflejan las relaciones sociales y fuerzas productivas inmersas en una forma de producir.
Finalizando, sí no se comprueba que nuestros “hijos de Pachacamac” fueron esas “islas emergentes”, esto aun no desechará nuestro modelo planteado, pues, vemos que dicho modelo (más flexible que otros) cobra fuerza en algunos momentos de la investigación arqueológica de la costa central. En cualquier caso, este tema ha sido un buen motivo para plantear una reflexión en torno a nuestros objetos de estudio y de conocimiento y, sobre todo, otorgarle verdadera importancia a las subestimadas “áreas periféricas” o “marginales” las que, como hemos visto, tuvieron su propia historia producida con el trabajo social de sus partes integrantes.
* Resumido y corregido por Omar Pinedo
(Resumen de ponencia presentada en el IV Seminario de Arqueología de la Universidad Nacional Federico Villarreal. Agosto de 2006*)
Este trabajo trata de relacionar una serie de investigaciones en torno a un tema que ha sido poco trabajado el cual es el tema de la propiedad y su concreción arqueológica en el territorio.
Se ha observado mediante este análisis que la mayoría de los investigadores tenemos una idea bastante contradictoria de la amplitud espacial de las sociedades con las que trabajamos, una cuestión que, sin embargo, no supone un problema para hablar de otras cuestiones que necesariamente la necesitan como soporte físico, sustentable. En ese sentido, nuestro modelo, quizá para algunos, tan arriesgado como los discutidos en este texto, sin embargo, plantea una visión dinámica de las relaciones sociales, económicas y políticas que se dan en las sociedades prehistóricas con su territorio y dentro de el.
Luego de hacer esta reflexión teórica vemos que se necesita redefinir una teoría social y su metodología para explicar los espacios geográficos sobre los que se asentaron y movieron los grupos sociales. Como algunos investigadores han planteado, los puntos en el espacio de nuestros mapas arqueológicos no reflejan la compleja realidad que se deriva de los movimientos de las sociedades en el espacio y menos aún, la supuesta re-producción de un “mapa cognitivo” que propone la arqueología postmoderna.
Por el contrario, es deseable y posible una representación histórica de las sociedades para un entendimiento del interior de las relaciones sociales que se dan como producto de una forma de asentarse para producir en el espacio. Creemos que una metodología como la que empezamos a desarrollar servirá, primero para reflexionar y esperamos, luego, para re-encausar nuestra forma de “hallar” a nuestros seres sociales en el espacio, con sus propias contradicciones y soluciones. Solamente, si avanzamos sobre los modelos anacrónicos; pero sin caer en el nihilismo postmoderno; podremos seguir desarrollando nuestra ciencia y otorgarle un método propio. En este sentido, la producción como idea no es una cosa nueva en la arqueología. Lo que sí nos parece novedoso es tratar de otorgarle su verdadero sentido histórico mediante la propia materialidad social y no desde la lógica (ideológica) actual y que, obviamente, está “coaccionada” por las relaciones costo/beneficio (economía liberal) y por los “atajos” antropológicos, etnográficos y etnohistóricos que pueden servir para comprender como se manifiestan material e ideológicamente algunas sociedades pero no para comprender el fundamento y las causas de dichas manifestaciones.
De esta manera para comprender estas situaciones, necesitamos reconocer los elementos clave en la producción de la vida social, en la que, por ejemplo, los puntos de nuestros mapas contemplen las áreas que verdaderamente se explotaron (cómo y por quienes) para luego entender como estas fueron apropiadas y, si se quiere, concebidas o “percibidas”, algo que tendremos que analizar y estudiar históricamente, no desde nuestros intereses y pasiones actuales, sino desde el estudio objetivo y coherente de la propia materialidad social que reflejan las relaciones sociales y fuerzas productivas inmersas en una forma de producir.
Finalizando, sí no se comprueba que nuestros “hijos de Pachacamac” fueron esas “islas emergentes”, esto aun no desechará nuestro modelo planteado, pues, vemos que dicho modelo (más flexible que otros) cobra fuerza en algunos momentos de la investigación arqueológica de la costa central. En cualquier caso, este tema ha sido un buen motivo para plantear una reflexión en torno a nuestros objetos de estudio y de conocimiento y, sobre todo, otorgarle verdadera importancia a las subestimadas “áreas periféricas” o “marginales” las que, como hemos visto, tuvieron su propia historia producida con el trabajo social de sus partes integrantes.
* Resumido y corregido por Omar Pinedo
miércoles, febrero 15, 2006
EL VALLE DE MALA Y SU IMPORTANCIA PARA LA ARQUEOLOGÍA
El valle conformado por las aguas del rio Mala se halla al sur de la ciudad de Lima. Es un típico valle de la costa peruana que se caracteriza por ser desértica, salvo por la ocurrencia de estos valles que aportan las aguas necesarias para el desarrollo de la vida.
Vista Satélital Oblícua del valle de Mala (Haga click sobre ella para aumentar el tamaño)
De esta forma, el valle concentró una diversidad de especies, entre ellas la humana, la cual superó las difíciles condiciones naturales mediante su trabajo colectivo y ayudado por la tecnología (creada o asimilada), creando originales formas de organización social.
Por ejemplo, un estudio que realizaron Williams y Merino en los años 70 del siglo pasado, demostró que este pequeño valle para la épocas tardías de la prehistoria, vale decir el denominado Intermedio Tardío (1100-1470 d.ne.) y la posterior época Inca (1470-1532 d.n.e.), fue un valle densamente ocupado. Nuestras investigaciones revelan que durante el período Intermedío Tardio, la sociedad que alli habitó poseía una forma de vida colectiva y las diferencias dentro dela sociedad sólo eran por el tipo de producción que realizaban. Por ejemplo, había pescadores o agricultores, sin que esto signifique que un grupo u otro tenía ventajas sobre el consumo de la producción total de la sociedad. Por el contrario, a la llegada de los incas (que no fueron muchos, al parecer), se percibe (mediante sus asentamientos y sus funciones más obvias), una imposición de sobretrabajo a la población local. De esta forma, aparte de la producción que tenían que realizar los habitantes del valle de Mala para sus propias familias, también debían tributar al Estado Inca. En síntesis, la organización Inca trastocó la forma de vida de los habitantes de Mala, convirtiéndolos en aprovisionadores de recursos naturales y manufacturados.
Vista satelital con los principales sitios inca mencionados en este blog (Haga click para aumentar el tamaño de la fotografía)
De esta manera, el valle de Mala, además de contener "ruinas" o "huacos" también contiene las "huellas" que persiguen los arqueólogos y arqueólogas para entender a la sociedad a partir de una fuente primaria. Esta es la importancia del valle de Mala para la historia local y regional: un lugar que ofreció las condiciones necesarias para la vida social. Una vida social que tuvo características propias que a pesar de estar alejadas de nuestro tiempo, nos permiten reconocer los errores y triunfos de nuestros antepasados, una experiencia o trabajo acumulado que nos servirá para superar nuestras propias contradicciones actuales.
viernes, diciembre 23, 2005
LA CERÁMICA PREHISPÁNICA DEL VALLE DE MALA
Para los arqueólogos y arqueólogas, casi desde el mismo inicio de su disciplina, la cerámica ha sido el elemento principal para "reconocer" a las sociedades pasadas. Se supone que es un "elemento idiosincrático" de las sociedad, es decir, un elemento que identifica a una sociedad y, consecuentemente, las diferencia de otras. Esta forma de reconocer a las sociedades, ha merecido serias discusiones. Sin embargo, en el actual estado del desarrollo de la ciencia arqueológica, todavia sigue siendo una herramienta metodológica básica para iniciar la definición de lo que es una sociedad sin escritura, como son las sociedades andinas. El área de nuestro estudio, consecuentemente, comparte las características del estado del desarrollo de la arqueología arriba mencionadas.
Asi pues, en el valle de Mala se relaciona a una determinada sociedad con una forma de hacer cerámica o "estilo". El estilo cerámico que predomina en el área del valle del rio Mala es el denominado "Puerto Viejo" y que pertenecería a la sociedad local antes de la llegada de los incas hacia 1470 años de nuestra era. Este estilo cerámico fue definido por el arqueólogo Duccio Bonavía en el año 1958, mediante el análisis de una muestra de fragmentos cerámicos recolectada en superficie en el sitio homónimo (ahora destruido) en Chilca cercano a la linea de costa, a unos 15 kilómetros aproximadamente al norte de la desembocadura del valle de Mala. Esta cerámica se caracteriza principalmente por las vasijas conocidas como "Cara-gollete" (ver dibujo arriba) y la cerámica "negro sobre blanco" (como la que aparece en la fotografia a la izquierda). Predominan las vasijas de pasta anaranjada (atmósfera de cocción oxidante) y la decoración geométrica en la superficie. También existe una cerámica más rústica que pertenecería a la vajilla doméstica y a la cual no se la ha prestado mayor atención.
En la única excavación arqueológica publicada hasta el momento y que se realizó en el sitio de Cerro Salazar (Gabe 2000. Aunque ya reconocido por Tantaleán en 1995), ubicado al sur de la desembocadura del valle se registró cerámica perteneciente a estilos desde el Intermedio Temprano (Estilo "Lima", "Nasca") hasta el Intermedio Tardío. En nuestros recorridos en el interior del valle no hemos hallado la presencia de estilos más tempranos que los que se hallan en el Intermedio Tardío, aunque comunicaciones personales con Rommel Angeles refieren la presencia en el valle de Mala de cerámica emparentada con el estilo "Cerro del Oro" del Horizonte Medio. Sin embargo, habría que precisar sí esta pertenece a contextos domésticos como para plantear una población consistente en el valle de Mala durante esta época.
Vasijas "cara-gollete", similares a las reconocidas en el valle de Mala han sido halladas en lugares tan alejados como la isla San Lorenzo (Isla 1995), Pueblo Viejo (Lurin) (Makowski y Vega Centeno 2004), Armatambo (Hyslop y Mujica 1992) y en los cementerios de Ancón (como la vasija que hallamos en los depósitos del MNAAHP en la foto de abajo). Por ello, algunos autores sostienen que el estilo Puerto Viejo no sería mas que parte integrante del estilo Ychma (por ejemplo, Bazán del Campo 1992 o Narváez 2005) e, incluso, se ha denominado como "Ychma Decorado" (Vallejo 2005). Sin embargo, al margen de las ocurrencias artefactuales antes mencionadas, la mayoría de estos planteamientos no han precisado:
(1) la cantidad de cerámica del supuesto estilo Puerto Viejo versus otros estilos hallados en similares espacios
(2) el contexto arqueológico (si es doméstico o funerario) en que se hallaron y,
(3) sí dichos artefactos se hallaron relacionados directamente con una ocupación del Intermedio Tardio o una re-ocupación Inca del siito en cuestión.
Nosotros, por el contrario, sostenemos que el estilo es distinto al Ychma y sería producido en el valle de Mala en base a los siguientes argumentos aqui sintetizados (algunos de ellos, ya sugeridos por la prospeccion del valle por Williams y Merino (1974) y por Engel (1982)):
1. La asociacion directa de fragmentos cerámicos de este estilo y asentamientos del Intermedio Tardio.
2. Existencia de fragmentos con defectos de cocción de estilo Puerto viejo en altas concentraciones asociados a asentamientos domésticos tanto en la zona costera como interior del valle.
3. Fechados radiocarbónicos que asocian asentamientos domésticos del área entre Chilca y Mala con cerámica Puerto Viejo durante el Intermedio Tardio (Engel 1982).
4. La cantidad y calidad de cerámica de este estilo hallado en todo el valle en diferentes contextos.
5. Su supervivencia del estilo cerámico durante la Ocupación Inca del valle
6. Características sútiles en la forma y decoración de las vasijas, principalmente "cara-golletes, que los diferencia de otros del área de la costa central.
7. Finalmente, se pueden observar petroglifos (Cochineros-valle medio de Mala) con diseños relacionados con la cerámica Puerto Viejo.
En la actualidad, venimos analizando muestras de cerámica recolectadas del sitio epónimo (casi arrasado en la actualidad) que revelarán una información más significativa para definir las características de este estilo. De hecho, nos estamos enfocando en la relación entre asentamientos domésticos y producción/consumo de cerámica Puerto Viejo como forma de establecer correlaciones sociales significativas. En ese sentido el sitio de La Ensenada (ver abajo) es un buen ejemplo de dicha asociación segura entre cerámica y poblacion local.
LA ENSENADA
También conocido por el investigador Frederic Engel como "Piedra Señalada", es un extenso sitio dividido por la carretera Panamericana (a la altura del km 82)ubicado cerca a la playa del mismo nombre en el área de desembocadura del valle del rio Mala a unos kilómetros al sur de la, también conocida, playa León Dormido. Este sitio ya fue descrito por uno de nosotros en el año 1996 cuando ya sea anunciaba su acelerada destrucción por parte de una urbanización que al dia de hoy ya se ha consolidado y destruido gran parte del sector este del sitio. Asimismo, en la actualidad, el sector oeste es propiedad de la compañia Cementos Lima, donde ya en los años ´70s del siglo pasado Engel había excavado algunas estructuras domésticas (fotografia abajo) y evidenciado la intensa ocupacion del sitio, principalmente durante el Intermedio Tardio (1110-1470 años de nuestra era).
También este sitio fue visitado por Carlos Williams y Paco Merino en 1976 cuando realizaban su catástro arqueológico, registrando sus características arquitectónicas y de cerámica superficial, relacionada íntimamente con el estilo cerámico Puerto Viejo y reafirmando la posición de Engel al respecto que en este sitio se habría estado produciendo cerámica, cuestión que tambien se puede colegir de nuestro reciente hallazgo de fuentes de arcilla vecinas al sitio.
Como decíamos, actualmente gran parte del sitio ha sido destruido por el proceso de urbanización sin que la obviedad de su ocupación prehispánica (y sus múltiples referencias en textos arqueológicos), incluso con estructuras con volúmenes que se elevan sobre la superficie natural del área, halla sido un impedimento para una ocupación moderna del sitio gracias a la anuencia de algun@s arqueolog@s que, incluso, han realizado sondeos como parte de Proyectos de Evaluacion Arqueologica para "comprobar" su posición cronológica y la potencia de su ocupación humana prehistórica.
Asi pues, en el valle de Mala se relaciona a una determinada sociedad con una forma de hacer cerámica o "estilo". El estilo cerámico que predomina en el área del valle del rio Mala es el denominado "Puerto Viejo" y que pertenecería a la sociedad local antes de la llegada de los incas hacia 1470 años de nuestra era. Este estilo cerámico fue definido por el arqueólogo Duccio Bonavía en el año 1958, mediante el análisis de una muestra de fragmentos cerámicos recolectada en superficie en el sitio homónimo (ahora destruido) en Chilca cercano a la linea de costa, a unos 15 kilómetros aproximadamente al norte de la desembocadura del valle de Mala. Esta cerámica se caracteriza principalmente por las vasijas conocidas como "Cara-gollete" (ver dibujo arriba) y la cerámica "negro sobre blanco" (como la que aparece en la fotografia a la izquierda). Predominan las vasijas de pasta anaranjada (atmósfera de cocción oxidante) y la decoración geométrica en la superficie. También existe una cerámica más rústica que pertenecería a la vajilla doméstica y a la cual no se la ha prestado mayor atención.
En la única excavación arqueológica publicada hasta el momento y que se realizó en el sitio de Cerro Salazar (Gabe 2000. Aunque ya reconocido por Tantaleán en 1995), ubicado al sur de la desembocadura del valle se registró cerámica perteneciente a estilos desde el Intermedio Temprano (Estilo "Lima", "Nasca") hasta el Intermedio Tardío. En nuestros recorridos en el interior del valle no hemos hallado la presencia de estilos más tempranos que los que se hallan en el Intermedio Tardío, aunque comunicaciones personales con Rommel Angeles refieren la presencia en el valle de Mala de cerámica emparentada con el estilo "Cerro del Oro" del Horizonte Medio. Sin embargo, habría que precisar sí esta pertenece a contextos domésticos como para plantear una población consistente en el valle de Mala durante esta época.
Vasijas "cara-gollete", similares a las reconocidas en el valle de Mala han sido halladas en lugares tan alejados como la isla San Lorenzo (Isla 1995), Pueblo Viejo (Lurin) (Makowski y Vega Centeno 2004), Armatambo (Hyslop y Mujica 1992) y en los cementerios de Ancón (como la vasija que hallamos en los depósitos del MNAAHP en la foto de abajo). Por ello, algunos autores sostienen que el estilo Puerto Viejo no sería mas que parte integrante del estilo Ychma (por ejemplo, Bazán del Campo 1992 o Narváez 2005) e, incluso, se ha denominado como "Ychma Decorado" (Vallejo 2005). Sin embargo, al margen de las ocurrencias artefactuales antes mencionadas, la mayoría de estos planteamientos no han precisado:
(1) la cantidad de cerámica del supuesto estilo Puerto Viejo versus otros estilos hallados en similares espacios
(2) el contexto arqueológico (si es doméstico o funerario) en que se hallaron y,
(3) sí dichos artefactos se hallaron relacionados directamente con una ocupación del Intermedio Tardio o una re-ocupación Inca del siito en cuestión.
Nosotros, por el contrario, sostenemos que el estilo es distinto al Ychma y sería producido en el valle de Mala en base a los siguientes argumentos aqui sintetizados (algunos de ellos, ya sugeridos por la prospeccion del valle por Williams y Merino (1974) y por Engel (1982)):
1. La asociacion directa de fragmentos cerámicos de este estilo y asentamientos del Intermedio Tardio.
2. Existencia de fragmentos con defectos de cocción de estilo Puerto viejo en altas concentraciones asociados a asentamientos domésticos tanto en la zona costera como interior del valle.
3. Fechados radiocarbónicos que asocian asentamientos domésticos del área entre Chilca y Mala con cerámica Puerto Viejo durante el Intermedio Tardio (Engel 1982).
4. La cantidad y calidad de cerámica de este estilo hallado en todo el valle en diferentes contextos.
5. Su supervivencia del estilo cerámico durante la Ocupación Inca del valle
6. Características sútiles en la forma y decoración de las vasijas, principalmente "cara-golletes, que los diferencia de otros del área de la costa central.
7. Finalmente, se pueden observar petroglifos (Cochineros-valle medio de Mala) con diseños relacionados con la cerámica Puerto Viejo.
En la actualidad, venimos analizando muestras de cerámica recolectadas del sitio epónimo (casi arrasado en la actualidad) que revelarán una información más significativa para definir las características de este estilo. De hecho, nos estamos enfocando en la relación entre asentamientos domésticos y producción/consumo de cerámica Puerto Viejo como forma de establecer correlaciones sociales significativas. En ese sentido el sitio de La Ensenada (ver abajo) es un buen ejemplo de dicha asociación segura entre cerámica y poblacion local.
LA ENSENADA
También conocido por el investigador Frederic Engel como "Piedra Señalada", es un extenso sitio dividido por la carretera Panamericana (a la altura del km 82)ubicado cerca a la playa del mismo nombre en el área de desembocadura del valle del rio Mala a unos kilómetros al sur de la, también conocida, playa León Dormido. Este sitio ya fue descrito por uno de nosotros en el año 1996 cuando ya sea anunciaba su acelerada destrucción por parte de una urbanización que al dia de hoy ya se ha consolidado y destruido gran parte del sector este del sitio. Asimismo, en la actualidad, el sector oeste es propiedad de la compañia Cementos Lima, donde ya en los años ´70s del siglo pasado Engel había excavado algunas estructuras domésticas (fotografia abajo) y evidenciado la intensa ocupacion del sitio, principalmente durante el Intermedio Tardio (1110-1470 años de nuestra era).
También este sitio fue visitado por Carlos Williams y Paco Merino en 1976 cuando realizaban su catástro arqueológico, registrando sus características arquitectónicas y de cerámica superficial, relacionada íntimamente con el estilo cerámico Puerto Viejo y reafirmando la posición de Engel al respecto que en este sitio se habría estado produciendo cerámica, cuestión que tambien se puede colegir de nuestro reciente hallazgo de fuentes de arcilla vecinas al sitio.
Como decíamos, actualmente gran parte del sitio ha sido destruido por el proceso de urbanización sin que la obviedad de su ocupación prehispánica (y sus múltiples referencias en textos arqueológicos), incluso con estructuras con volúmenes que se elevan sobre la superficie natural del área, halla sido un impedimento para una ocupación moderna del sitio gracias a la anuencia de algun@s arqueolog@s que, incluso, han realizado sondeos como parte de Proyectos de Evaluacion Arqueologica para "comprobar" su posición cronológica y la potencia de su ocupación humana prehistórica.
domingo, diciembre 18, 2005
OLLERÍA: SITIO INCA DEL VALLE BAJO DE MALA
Ollería es un sitio arqueológico con características monumentales. Aunque algo maltratado por el tiempo y por algunos individuos inescrupulosos que no respetan el patrimonio de nuestra colectividad, el sitio mantiene algunas características significativas para los investigadores, como la utilización de grandes adobes de barro, una técnica constructiva que, como veremos, sólo se utiliza en el valle de Mala en los edificios oficiales de la administración Inca. Por tal motivo, debemos suponer que dicho sitio tuvo alguna función significativa para el aparato estatal inca.
El sitio de Olleria se halla localizado en el camino moderno que une la localidad de San Antonio con el poblado de Azpítia. En su Inventario de sitios arqueológicos del valle, Carlos Williams y Manuel Merino dividieron al sitio en 6 sectores arquitectónicos. De estos sectores registrados el más importante sería el, denominado por Williams y Merino, "Sector E"
Este sector está compuesto por una serie de terrazas, sobre las cuales se construyeron 7 "recintos" con un fondo promedio de 4 metros y que habrían funcionado como depósitos, función que es respaldada pues algunos de ellos tiene acabados de revoque de barro. Las terrazas sobre las que se elevaron estos cuartos están compuestas por muros que modifican la pendiente del cerro y que tienen como principal material de construcción lajas de piedra colocadas una encima de la otra. Sin embargo, en algunos de los muros de estas terrazas, ubicadas en el centro del "sector E" se conserva aún lienzos de muro con enlucido amarillo. Para los recintos construidos sobre las terrazas se utilizó adobes rectangulares (dimensiones: 0.25 x 0.42 x 0.6 mts) hechos con molde. Por el contrario, el material usado en los demás sectores del sitio fue la piedra semicanteada y barro.
Todo este conjunto de terrazas y recintos en el "sector E" causan la impresión al visitante, aún en la actualidad, de estar ante una construcción sólida y con la apariencia general de un edificio principal inusual en esta parte del valle.
La sólidez de la arquitectura también se puede notar, por ejemplo, en la cabecera del muro oeste del "recinto 1" de este sector donde se pueden apreciar 3 paños murarios que serían el resultado del adosamiento de nuevos muros sobre los originales, es decir, hubieron remodelaciones de los muros que, además, de afectar su morfologia los hicieron más sólidos (ver fotografía arriba). Los "recintos" mejor definidos se describen a continuación:
Recinto 1: Ubicado en el extremo Este de todo el sector. Su muro Norte mide 4.8 mts. y es un triple muro, con un ancho máximo de 1.2 mts hasta 0.4 mts en el lado Oeste también mide 4.8 de largo y 3 mts de alto, es un muro doble que llega a medir 1 de ancho. El acceso a este cuarto se halla en el límite de este muro con el muro sur, este muro mide 5 mts.
Recinto 2: Se ubica en el centro del sector, limitando la terraza 4. Mide 1.5 mt por 1.6 mt. y tiene una profundidad de 4 mt. por lo que bien podria haber fungido como depósito. Los muros tienen de 0.5 mts a 0.45 mts de espesor.
Recinto 3: Ubicado en la terraza 2 lado Oeste. Mide 1.5 mt. de largo por 1.3 mt. de ancho y 3.5 mt. de profundidad. Los muros tienen 0.6 mts de espesor promedio. En el muro Norte se observan restos de enlucido amarillo.
POSIBLE FUNCIÓN DEL SITIO DE OLLERÍA
En el sitio se observa una gran dispersión en superficie de fragmentos de cerámica del estilo conocido como Puerto Viejo, algunos de ellos que presentan fallas de cocción. Esto unido al mismo nombre del sitio, plantearía que este sitio tuvo como una de sus funciones principales la producción de cerámica (con características tecnológicas y formales locales) dentro de un sitio con caracteristicas arquitectónicas Inca Imperiales, lo que estaría reforzando nuestro planteamiento que algunos sitios arqueológicos representan espacios de producción especializada y controlada (trabajo local apropiado) por el sistema estatal incaico.
miércoles, noviembre 09, 2005
HUANCANI: UN SITIO INCA DE CONTROL ECONÓMICO Y POLÍTICO
Sitio arqueológico ubicado en el valle medio, a unos 800 msnm., en la localidad actual del mismo nombre. Es un extenso sitio arqueológico que presenta ocupación Inca y uno de los mejores conservados del valle medio del rio Mala, aunque desconocido hasta el momento por la literatura arqueológica.
Una de sus principales caracteristicas es que se haya ubicado en un área privilegiada que controla el acceso a una quebrada que une al valle de Mala con el valle de Asia. De hecho, este camino natural ha sido utilizado durante época Inca lo que se hace patente, además del emplazamiento del mismo asentamiento, en la construcción de caminos que se originan en el mismo sitio y que se dirigen hacia el valle de Asia. Incluso, algunos pobladores de la zona, refieren que este camino es una via que se ha utilzado con anterioridad para conectar poblaciones de ambos valles por lo que, incluso hasta la actualidad, ambas áreas conectadas por esta quebrada se conciben por los pobladores como una unidad geográfico-social (luego política).
En la actualidad, en el sitio de Huancani se puede apreciar una gran concentración de estructuras arquitectonicas realizadas con piedra de cerro y, en algunos casos concretos, la edificación de estructuras arquitectónicas singulares con adobes de barro tipicamente inca y que se han apreciado en edificios importantes del valle para la época Inca. En el sitio de Huancani se pueden observar también "corrales imperiales inca" para la concentracion de camélidos, un tipo de edificio inédito en el valle y en las clásicas clasificaciones de edificios inka del área andina con un grado de conservación que permitirá reconocer a la actividad ganadera durante la ocupacion Inca de esta parte del valle como un elemento más de la articulación de la economía intervalles.
Asimismo, entre los edificios reconocidos en nuestra visitas se ha identificado una kallanka y que es la única (re)conocida en la actualidad para el valle de Mala, en el cual las construcciones inca imperiales no son tan obvias. En el área de edificios construidos con adobes Inca, antes mencionado, todavía se puede apreciar algunos unidades "habitacionales" intactas con techo original (ver recreación), lo que permite reconocer in situ las tecnicas de construcción Inca para la zona del valle de Mala.
Una de sus principales caracteristicas es que se haya ubicado en un área privilegiada que controla el acceso a una quebrada que une al valle de Mala con el valle de Asia. De hecho, este camino natural ha sido utilizado durante época Inca lo que se hace patente, además del emplazamiento del mismo asentamiento, en la construcción de caminos que se originan en el mismo sitio y que se dirigen hacia el valle de Asia. Incluso, algunos pobladores de la zona, refieren que este camino es una via que se ha utilzado con anterioridad para conectar poblaciones de ambos valles por lo que, incluso hasta la actualidad, ambas áreas conectadas por esta quebrada se conciben por los pobladores como una unidad geográfico-social (luego política).
En la actualidad, en el sitio de Huancani se puede apreciar una gran concentración de estructuras arquitectonicas realizadas con piedra de cerro y, en algunos casos concretos, la edificación de estructuras arquitectónicas singulares con adobes de barro tipicamente inca y que se han apreciado en edificios importantes del valle para la época Inca. En el sitio de Huancani se pueden observar también "corrales imperiales inca" para la concentracion de camélidos, un tipo de edificio inédito en el valle y en las clásicas clasificaciones de edificios inka del área andina con un grado de conservación que permitirá reconocer a la actividad ganadera durante la ocupacion Inca de esta parte del valle como un elemento más de la articulación de la economía intervalles.
Asimismo, entre los edificios reconocidos en nuestra visitas se ha identificado una kallanka y que es la única (re)conocida en la actualidad para el valle de Mala, en el cual las construcciones inca imperiales no son tan obvias. En el área de edificios construidos con adobes Inca, antes mencionado, todavía se puede apreciar algunos unidades "habitacionales" intactas con techo original (ver recreación), lo que permite reconocer in situ las tecnicas de construcción Inca para la zona del valle de Mala.